Adiós, 2008, adiós
Que pena me da que te marches así, tan callado, deslizándote como una serpiente. Con todo el ruido que has hecho. Con lo que tú has sido. Con todo lo que tú has hecho por mí. Con lo que me has enseñado. Eso sí, a fuego. El fuego quema y duele, y lo deja todo hecho cenizas. Pero los grandes resurgimos de nuestras cenizas, como el Ave Fénix. Tú, amigo 2008, me has enseñado que tendría que haber hecho caso a tu hermano 2007. Que si las cosas no funcionan, mejor no empeñarse. Mejor terminar de una vez. Tú, amigo 2008, me has enseñado que como dice mi amigo R., éste de carne y hueso, “lo oscuro acabamos viéndolo; lo completamente claro lleva más tiempo” Tú, amigo 2008, me has enseñado lo que es pasar miedo y temer por tu vida. He sentido por primera vez el dolor de esconderse. Tú, amigo 2008, me has enseñado a fuerza de arrebatarme lo que esperaba que fuera mi gran punto de apoyo, qué es la amistad. Y también qué no lo es. Tú, amigo 2008, me has enseñado que soy más valiente de lo que pensaba. Tú, amigo 2008, me has enseñado, lo que significa la palabra, “familia”. Gracias de corazón. Tú, amigo 2008, me has enseñado que no puedo esperar que todo el mundo se entregue como lo hago yo. Tú, amigo 2008, me has enseñado que el esfuerzo diario sí que cuenta y que con trabajo soy capaz de todo lo que me propongo. Tú, amigo 2008 me has enseñado sobretodo que los errores se pagan y algunos especialmente caros. Tú, amigo 2008, me has enseñado que por esta vez he perdido, y puede que a ojos de los demás siga perdiendo toda mi vida, pero a mi, en privado me has enseñado, que en realidad he estado perdiendo en el pasado y que ahora me he ganado mi futuro. Porque como el espíritu de las navidades pasadas y futuras, me has mostrado las puertas que había cerrado y las que he abierto, sin miedo. Si supieras lo agradecida que estoy, amigo 2008, jamás me dejarías. Sé que me haces un pequeño regalo, dándome un segundo más hoy y que me regalaste también un día más en febrero, pero de verdad, no te irías. Me has quitado el miedo a la soledad, me has quitado el miedo a triunfar, me has quitado el miedo a caminar con la cabeza bien alta. Y me has quitado un tonto que tenía colgado del brazo. Gracias de nuevo, gracias de corazón. Me gustaría acostarme otra vez y que volviera a ser hoy de nuevo, quisiera que te quedaras junto a mí para siempre. Pero sé que no puede ser, que tienes que marcharte, para dejarme resurgir. Pero te prometo que jamás te olvidaré. Especialmente el día de la suerte, tú y yo sabemos qué día es. Un abrazo muy fuerte, amigo 2008.
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